Los Cuatro Elementos Painting

Desde siempre, en la vida humana, música y pintura han estado unidas. Desde las primeras celebraciones de los triunfos de la caza del paleolítico, las pinturas rupestres se hicieron en un contexto de música, de ritmo, de celebración. Con el tiempo, las dos discurrieron juntas. Egipto, Grecia, la China antigua y Roma crean los primeros cánones pictóricos al mismo tiempo que los primeros cánones musicales. Se regula la estética de la expresión pictórica y de la expresión musical. Aparecen nuevas técnicas, nuevas formas de interpretar la vida que repercuten paralelamente en las dos disciplinas. El exordio de la música en Occidente lo encontramos ligado estrechamente a la pintura. Las dos se convertían en formas de expresar las mismas creencias, las mismas convicciones. El canto gregoriano resonaba en las construcciones románicas como los grandes órganos en las góticas. Música y pintura alababan a Dios y enseñaban al pueblo sus misterios. Se podría decir que la música y la pintura son dos lenguajes del mismo pensamiento, enriquecido por la misma sensibilidad, pero plasmado en dos técnicas distintas. Música y pintura forman el binomio de los dos lenguajes metaconceptuales más importantes del espíritu humano. Pollman, gran melómano, ha sabido expresar la música en pintura. La misma evolución de sus gustos musicales se percibe en sus expresiones pictóricas. De todos modos, en el imaginario de Ricardo Pollman hay una gran distancia entre las dos porque Pollman dice que sólo la música es un lenguaje divino. Su recorrido musical comienza con los grandes clásicos alemanes: Bach, Mozart, Beethoven y Wagner. A ellos va agregando a Haydn, los Strauss, etc. Más adelante, Bizet, las grandes óperas italianas, los compositores rusos, no siempre fáciles de decodificar, se van incorporando a su universo musical, y comienza a hacer sus primeras composiciones en forma de sonatas para piano, donde se aprecia una gran influencia de los clásicos alemanes, pero también de Shostakóvich, ya en pleno siglo XX. Los últimos encuentros musicales de Ricardo Pollman le han llevado a los cantos polifónicos de Giovanni Pierluigi da Palestrina o Tomás Luis de Victoria. Pollman no conoce la lectura musical, las notas las guarda en la memoria. La dislexia que tanto le aporta en la pintura, es un obstáculo para la presentación gráfica de las melodías, quizás por eso las sustituye por la pintura.

Painting:Acrylic on Wood

Original:One-of-a-kind Artwork

Size:71 W x 137 H x 3 D in

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