Reflejos nº5 Print

Trabajo desde mi taller en la isla de Lanzarote, cuya luminosidad y paisaje es una gran inspiración para mí. Mi formación en Bellas Artes, que comenzó en la Universidad de Madrid y continuó en la de Cuenca, se enriqueció con haber vivido en grandes ciudades como París y Tokio o los muchos años de vida en el campo con mi hija. Todo ello ha dejado una huella significativa en mi creatividad. Me he dedicado a la pintura desde muy joven, exponiendo individualmente, al igual que participando en múltiples exposiciones colectivas. Amo pintar porque con materiales muy sencillos se puede crear un espacio con "alma” propia, desde el cual comunicar de un modo propio e insustituible. Trabajo principalmente con óleo y encáustica, un medio en el que se emulsiona cera virgen y pigmentos mediante calor. Esta técnica la utilizo para crear transparencias y texturas de una calidez singular. Recientemente, estoy incorporando el acrílico a mis composiciones. En la serie "Reflejos”, busco captar momentos fugaces a través de colores vibrantes y composiciones dinámicas. Me interesa plasmar la luz reflejada en las superficies: cómo atraviesa una persiana en un cálido día de verano, un reflejo en el agua, o como un rayo se filtra entre las hojas. Los tonos oscilan entre cálidos amarillos y fríos azules…evocando el contraste entre la calidez del sol y la frescura de las sombras. "Sincronías" es una serie que se basa en el color y en la forma sencilla de los círculos, los cuales representan la energía, con la esperanza de trasladar al lienzo la sensación de fluir, de movimiento continuo, de encuentros y pérdidas, de momentos oscuros y momentos brillantes que componen una vida. En la serie "Trenzas", el cabello y las flores entrelazadas simbolizan la interdependencia entre el ser humano y la naturaleza, un vínculo que no quiero olvidar a través del ruido cotidiano. Por otro lado, "Magma" es una serie que aborda la creatividad como una fuerza que se abre paso desde las profundidades. En estas obras, volcanes y flores coexisten como símbolos de este proceso: los volcanes representan la energía latente, el poder acumulado que, cuando se libera, redibuja el paisaje…y las flores, en contraste, son el resultado de una transformación a base de fragilidad y equilibrio. Estos elementos unidos evocan la dualidad de la creación: destructiva y generativa a la vez.